Tres niños en un banco

“Todos los niños necesitan una familia, pertenecer y vincularse”. Rocío, madre de acogida.

“El acogimiento engancha”, explica Rocío. Su marido y ella se estrenaron en la paternidad con la acogida temporal de una bebé de 16 meses; hoy su hija tiene 11 años y sigue viviendo con ellos. Desde entonces su familia ha seguido creciendo y tienen cuatro hijos: uno biológico y tres en diferente régimen de Acogimiento Familiar. De los niños, niñas y adolescentes que en España no pueden vivir con sus familias biológicas y necesitan del sistema de protección público, 19.320 lo hacen en régimen de Acogimiento Familiar y 23.209 permanecen en centros de menores. Tanto Rocío como María Araúz, presidenta de ASEAF (Asociación Estatal de Acogimiento Familiar) y madre de acogida, consideran urgente fomentar una cultura del acogimiento si queremos ser una verdadera Sociedad de los Cuidados. “Ni Un Niño Sin Familia” es el lema de sus campañas.

El Acogimiento Familiar en España

Decorar tu habitación, que tu madre organice tu fiesta de cumpleaños, ir al supermercado con tu padre y elegir la cena, pedir permiso para invitar a tu mejor amiga a dormir a casa, ir a la cocina para ver qué puedes hacer de merienda con lo que hay en el frigorífico, pasar el verano con tus abuelos en el pueblo, escoger el cuento que quieres que te lean cada noche antes de ir a dormir…

Todas estas situaciones pueden parecer parte de la cotidianidad de cualquier infancia, pero muchos niños y niñas en nuestro país no han vivido ninguna de estas experiencias porque no viven en el seno de una familia.

Según los últimos datos del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, en España hay 50.272 niños, niñas y adolescentes en situación de protección, lo que significa que el Estado es el responsable de su cuidado y protección cuando las circunstancias no hacen posible que sus familias biológicas se hagan cargo. En algunos casos se trata de situaciones puntuales donde una familia necesita apoyo y ayuda durante un corto periodo de tiempo para el cuidado de su hijo o hija. En otras, sin embargo, estos pequeños pueden llegar a pasar muchos años bajo el sistema de protección pública e, incluso, alcanzar su mayoría de edad viviendo en un centro de menores. Aunque tanto la Convención de Derechos del Niño como la Ley de protección a la infancia y adolescencia de nuestro país reconoce el Acogimiento Familiar como la medida prioritaria para el cuidado y la protección de los niños y niñas que necesiten del sistema público de protección, en España 23.209 niños y niñas viven en centros de menores frente a los 19.320 que actualmente están en Acogimiento Familiar.

María Araúz, presidenta de ASEAF (Asociación Estatal de Acogimiento Familiar) y madre de acogida insiste en que no cree que falten familias acogedoras sino información. “Casi todas las familias que tenemos un niño en acogida nos hemos enterado de forma totalmente casual. No se cuenta en el colegio, no te lo cuentan tus padres y no es algo que esté interiorizado”. Por eso desde las asociaciones que forman parte de ASEAF, además de los recursos y el apoyo que ofrecen a las familias que acogen, dedican mucho esfuerzo en informar sobre el acogimiento con el objetivo de cambiar la realidad de esos más de 23.000 niños y niñas que siguen viviendo sin una familia.

Faltan familias de acogida porque falta información. Cuando buscamos familias para un programa concreto las encontramos. España es un país solidario”. María Araúz, madre de acogida y presidenta de ASEAF.

Celebración escolar del ‘Día del Pijama

Por eso, en torno al 20 de noviembre, y con motivo del Día de los Derechos de la Infancia, ASEAF promueve en centros escolares de infantil y primaria la celebración del ‘Día del Pijama’. Con esta actividad tratan de explicar el Derecho que todos los niños y niñas tienen a crecer en el seno de una familia. Los centros escolares que se unen a la actividad reciben previamente información sobre el Acogimiento Familiar que, a su vez, hacen llegar a las familias. El día escogido, los niños y niñas acuden vestidos con su pijama al colegio y asisten a la lectura de un cuento sobre Acogimiento Familiar. “El ir vestidos con sus pijamas simboliza ese momento tan mágico que es la lectura de los padres a sus hijos del cuento de buenas noches”, explica María. “Es un momento para vivir en familia donde el niño se siente especial y protegido”.

La experiencia de ser Familia de Acogida

Rocío, madre de acogidaRocío, madre de acogida. Foto: Rocío Tovar

Rocío y su marido tomaron la decisión de ser padres hace diez años, después de mudarse a la que hoy es su casa familiar. “Teníamos mucho espacio y mucho amor que dar”, señala. En su caso, el estreno en la paternidad no vino precedido de visitas a la matrona sino de un proceso de evaluación de idoneidad. Fue entonces cuando llegó el momento en que les pusieron en brazos a Vero, una bebé de 16 meses. Ese día se convirtieron en padres y en Familia de Acogida.

Rocío es Trabajadora Social y conocía de cerca la realidad del acogimiento a través de su trabajo en los Servicios Sociales. “Uno de los trabajos que más me marcó fue trabajar con menores infractores con problema de consumo de drogas en un centro de menores. Me hizo ver más claramente que nadie llega ahí de forma gratuita. Todos han tenido procesos muy duros en la infancia que los han llevado hasta ahí. Lo que necesitamos en la infancia es una familia que te dé cariño y que te dé normas. Cuando no tienes eso, muchos no terminan de situarse en la vida y viven situaciones muy difíciles.”

María Araúz insiste en que la infancia en la etapa más importante de la vida y las experiencias que muchos de estos niños y niñas han vivido son tan duras que ni siquiera se permiten dejarse cuidar. “Cuando un niño está en un centro no tiene figuras de referencia y de apego para él porque muchas veces el personal de los centros va cambiando. Todos los que hemos crecido en el seno de una familia sabemos lo importante que es tener una figura de referencia que nos cuide, nos anime, nos acompañe e incluso que nos regañe.”

Las cifras de fracaso escolar en estos niños son más altas, muestran una falta de proyección en el futuro o actitudes que dejan de manifiesto que no tienen prisa en crecer. Jesús Palacios, Catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Sevilla, remarca que para promover el Acogimiento Familiar en España no solo se necesita contar con buenas familias: se necesita un buen acompañamiento, un buen seguimiento y una buena dotación de recursos para acompañar a las familias y los niños y niñas durante el Acogimiento Familiar.

El trabajo de las Asociaciones de Familias de Acogida

Desde las asociaciones de familias acogedoras que conforman ASEAF reclaman más ayudas de la Administración al tiempo que se organizan para responder a las necesidades de las familias. “Las familias que deciden acoger necesitan muchos apoyos, pero lo más importante es tener una red de familias acogedoras alrededor”, afirma María. Un acogimiento supone un cambio en las vidas de todas las personas implicadas: los adultos que acogen, los posibles hijos e hijas que ya haya en la familia y, por supuesto, la del niño o niña que va a ser acogido. Preparar la acogida es fundamental para que el proceso sea paulatino y al ritmo que cada familia necesite.

Durante la convivencia también hay muchas situaciones que pueden necesitar de apoyos, y por eso las asociaciones facilitan formaciones con diferentes expertos y organizan actividades donde poder compartir tiempo juntos, intercambiar experiencias y hablar. Muchos de los niños en acogimiento siguen teniendo contacto con sus familias biológicas y en algunos casos son situaciones difíciles de abordar tanto para ellos como para los padres y madres de acogida. “Puede suceder que un niño se siente mal porque no entiende costumbres y rutinas de la nueva familia o tiene un conflicto de lealtades porque sigue teniendo visitas con su familia de origen. Todo esto hay que trabajarlo con ayuda de los psicólogos o de otras familias que han vivido situaciones similares”, insiste María.

Juego de Casitas de madera

Existen diferentes formas de Acogimiento Familiar según el tipo de intervención, la finalidad y la temporalidad:

  • El Acogimiento de urgencia está dirigido a menores de seis años para ofrecer una atención inmediata y evitar su institucionalización. Puede tener una duración desde unos días a un máximo de seis meses, cuando se decida una medida de protección familiar o sea posible que el niño regrese con su familia de origen.
  • El Acogimiento temporal es de carácter transitorio y tiene como objetivo final que el niño o niña regrese con su familia cuando las condiciones que han motivado la separación se hayan podido resolver o bien se adopte una medida de protección más estable. La duración máxima de este tipo de acogimiento es de dos años.
  • El Acogimiento permanente se contempla cuando las circunstancias no hacen previsible o deseable la vuelta del niño o niña a su familia de origen a medio o largo plazo. Puede establecerse tras un acogimiento temporal o de manera directa con niños y niñas con necesidades especiales o en circunstancias que lo aconsejen.

Existen además otras modalidades de acogimiento como los programas de vacaciones para que niños y niñas que viven en centros pasen esos periodos estivales con familias de acogida o programas de acogimiento durante el periodo escolar.

Un acogimiento se diferencia de una adopción en varios aspectos. En el Acogimiento Familiar se integra al niño o niña en una familia hasta que pueda regresar con su familia de origen. Los padres biológicos siguen teniendo la patria potestad y, siempre que las circunstancias lo permitan, es posible mantener el contacto con su hijo o hija. En la adopción, sin embargo, se rompen los vínculos jurídicos con la familia biológica y la patria potestad pertenece a los padres adoptivos.

En la familia de Rocío tienen clara la necesidad de dar a conocer y difundir la opción del Acogimiento Familiar. Como ella dice, “el movimiento se demuestra andando”, así que después del acogimiento temporal de Vero, su hija mayor, (que hoy es ya acogimiento permanente) y de tener a Marcos, su hijo biológico, se ofrecieron para ser Familia de Acogida temporal de Pedro, un niño de dos años. Una de las dos hermanas de Pedro necesitaba hospitalización por un trasplante de médula y su madre debía permanecer ingresada con ella durante la intervención y todo el proceso posterior. Sin una red familiar ni recursos para poder asegurar el cuidado del pequeño, Rocío, su marido y sus hijos, se convirtieron durante dos años en la Familia de Acogida de Pedro. Durante los dos años siguientes Pedro pasaba algunos días con su madre y sus hermanas cuando regresaban con el alta del hospital, y regresaba después a casa de Rocío, su segunda familia. Hoy Pedro vive de nuevo de manera permanente con su madre biológica y sus hermanas, pero sigue siendo “hijo” y “hermano” en casa de Rocío. Viene de visita de vez en cuando, pasa algunos fines de semana con ellos y no falta a las celebraciones familiares. “Mi hijo Marcos dice en el colegio que en casa son cuatrillizos”, comparte divertida Rocío. Y es que a Vero, Rocío y Pedro se ha unido desde este verano una hermana más: Aroa.

Marcos, Aroa y Vero

La familia de Rocío se apuntó a uno de los programas que promueve la asociación de familias a la que pertenece y este verano acogieron a Aroa, que entonces tenía nueve años y que lleva viviendo en un centro de menores desde los seis. La experiencia para todos ha sido muy buena y ahora siguen en contacto con ella, han podido pasar juntos algún día después de su regreso al centro y actualmente están a la espera de que les concedan el primer permiso para que pase la noche y pueda estar un fin de semana completo con la familia.

Rocío sabe que muchas familias no acaban de dar el paso a involucrarse en programas de acogida por el miedo al momento en el que los niños regresen con sus familias biológicas o por temor a las esperanzas que puedan generar en niños como Aroa de que finalmente serán acogidos de forma permanente y no poder ofrecerle esa opción. Su respuesta es que ofrecer la posibilidad de conocer un referente familiar es ya empezar a cambiar el futuro de estos niños y niñas. “Ni Vero ni Pedro habían vivido en un centro, y en la experiencia con Aroa hemos visto esa diferencia. En el centro están cuidados, alimentados y educados, pero les faltan cosas esenciales. Aroa me dijo este verano que para su cumpleaños no quería regalos, lo que más le gustaría era poder celebrar el cumpleaños con la familia. Y se refería a nosotros, a mis padres, mis hermanos… Cuando llegó el momento pedimos permiso y conseguimos celebrar todos juntos su cumpleaños. Y no pudo ser más bonito ver lo feliz que estaba al ver que todas esas personas se habían reunido allí por ella”.

“Todos los niños necesitan vivir en una familia, pertenecer y vincularse. Mis hijos no son míos, son de la vida. Y se irán cuando ellos quieran y se sentirán unidos a mí por lo que yo les ofrezca”. Rocío, madre de acogida.

María Araúz insiste en que el Acogimiento Familiar contribuye de manera esencial a una Sociedad de los Cuidados. “En la medida en la que seamos capaces de dar respuesta a los 23.000 niños que viven en centros y abrir las puertas para que conozcan la experiencia de vivir en una familia, mostraremos lo que valemos como sociedad.”

Fondo confamilia

Cualquier persona, pareja o familia puede convertirse en Familia de Acogida siempre que los Servicios Sociales confirmen su idoneidad tras valorar diferentes aspectos del entorno que aseguren su capacidad para acoger a un niño o niña y atender sus necesidades.

En la sección ‘Cuidados’ de nuestra web puedes encontrar información sobre el Acogimiento Familiar o consultar con ASEAF para informarte sobre donde puedes acudir en tu Comunidad Autónoma para informarte y solicitar ser Familia de Acogida.

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