"Me gusta que me hable de épocas que no son la mía". Marta es amiga de Blanca, de 93 años.
Si Marta y Blanca quedasen para verse en alguna cafetería o compartiesen el banco en un parque, probablemente muchas personas podrían pensar que son abuela y nieta. Sin embargo, hace unos meses que se conocieron y, a pesar de la diferencia de edad, son grandes amigas. Mientras Blanca se recupera de la caída que sufrió saliendo sola a la calle, el salón de su casa es el espacio donde comparten juntas una tarde a la semana, el tiempo al que Marta se ha comprometido como voluntaria del programa de acompañamiento a personas mayores de la Fundación Grandes Amigos. Un tiempo del que, como indican ambas, disfrutan y aprenden mutuamente.
“Me viene muy bien esta compañía. Porque además coincide que me es agradable, así que he tenido suerte”, dice Blanca entre una risa a la que se le suma Marta. Se sientan la una cerca de la otra para que los problemas de audición de Blanca no sean un obstáculo para su conversación. “A mí una cosa que me gustó mucho de Blanca desde el principio es que me parece que, con la edad que tiene, tiene una mente muy abierta”, dice Marta mientras Blanca hace un gesto como si le diese vergüenza el halago.
“Blanca me cuenta que, para la época que ella vivió, era una mujer que tenía muy claro lo que quería y lo que no. Dice que veía que las mujeres en su entorno se casaban muy jóvenes y perdían su independencia. Ella se casó con 32 años, que para la época era tarde. Pero no fue tarde por otras circunstancias, sino por su propia elección”, relata Marta. “Yo no quería casarme joven porque veía a otras que se habían casado jóvenes y les había ido mal. Y yo sabía que quería divertirme de joven, que para lo demás había tiempo”, añade Blanca.
Amistades que combaten el edadismo
Es evidente que existe una diferencia de edad entre Marta y Blanca. Las posibilidades de movilidad y algunas habilidades psicomotrices tampoco son las mismas, pero eso no ha marcado entre ellas una posición de desigualdad en cuanto a la manera en la que se tratan la una a la otra. Para Marta la edad es solo un elemento que determina algo muy especial en su amistad: la posibilidad de compartir experiencias y conocimientos de un tiempo presente que disfrutan juntas, pero, también, de otras épocas que Blanca ha vivido. “Podemos hablar de muchos temas, que igual no son los mismos que hablo con otros amigos de mi edad, pero son otros. Y a mí me gusta mucho escucharla porque tiene muy buena memoria y me cuenta muchas cosas de su vida, de hace muchos años, y me gusta que me hable de épocas que no son la mía y me cuente cosas que pasaban entonces. Es algo diferente y a mí me aporta mucho”.
“Nuestra amistad tiene de especial la diferencia de edad. Pero la diferencia de edad no hace que no podamos entendernos”. Marta, voluntaria que acompaña a Blanca, de 93 años.
A veces, durante la conversación, Blanca se queda suspendida en medio de una frase y por un momento no sabe cómo continuar. Cuando sucede esto y no encuentra las palabras o parece que por un segundo ha olvidado hacia dónde quería llevar la conversación, Blanca manifiesta su disgusto. Marta responde con empatía y paciencia utilizando un lenguaje afectivo. Le hace saber que entiende su frustración, pero trata de que no se disguste por ello y le facilita a Blanca que sea ella quien retome la conversación. No hay prisa en este proceso y tampoco hay una actitud protectora o que pueda infantilizar a Blanca. Esta es una actitud que, a diferencia del edadismo o discriminación por razones de edad, que muchas veces infantiliza o desacredita a las personas mayores con un uso inadecuado del lenguaje, supone una conducta de respeto y cuidado hacia ellas.
El término ‘edadismo’, que fue acuñado por Robert Butler en la década de los 60, hace referencia a toda una serie de prejuicios y estereotipos en relación con la edad y a las formas de discriminación en base a ella que afectan a las personas mayores. Este tipo de actitudes y comportamientos pueden tener graves consecuencias para las personas mayores y para la sociedad, con un impacto negativo tanto en su salud física y su bienestar emocional, como en la autoestima y los derechos de participación social. Desde la Fundación Grandes Amigos han editado la guía “10 cosas que puedes hacer desde ya para mejorar la vida de las personas mayores” que ofrece propuestas y consejos útiles para mejorar el trato a las personas mayores.
El valor de una amistad intergeneracional
Existen muchos formatos de relaciones personales entre personas mayores y más jóvenes, como los programas de convivencia intergeneracional, que no solo demuestran que esta es una valiosa herramienta para combatir la soledad no deseada tanto de las personas mayores como de las jóvenes - los dos sectores de la población más afectados por ella -, sino que permiten descubrir y compartir muchos intereses comunes entre personas de distintas generaciones.
Marta y Blanca son un ejemplo de ello. Durante sus conversaciones en este tiempo que llevan compartiendo semanalmente han encontrado muchos gustos, aficiones comunes y paralelismos entre sus actividades cotidianas del pasado y del presente. En el capítulo 1 de este conjunto de relatos de ‘Un verano con Blanca y Marta’ descubrimos su pasión compartida por la música, pero resulta que hay muchas más cosas que tienen en común.
Música. Verbenas vs festivales
El verano es un momento perfecto para disfrutar de la música y el baile, y tanto Blanca como Marta han descubierto que esta es una afición que comparten.
Blanca. “Me gustaba ir a los bailes y las fiestas de verano con las amigas y las vecinas. Íbamos y veníamos juntas andando. No me movía yo bien en los valses… a mí lo que me gustaba era el pasodoble”.
Marta. “A mí me encanta la música, soy muy melómana. En el coche, en casa, estoy siempre escuchando música. Este fin de semana me voy a un festival”.
Lectura. Historias sagradas vs novelas de distopía
Blanca siempre ha sido una lectora ávida, aunque reconoce que en los últimos tiempos sus problemas de visión le han dificultado tanto su afición por la lectura como por la costura, su otro gran entretenimiento.
Blanca. “Las historias que me gustaron siempre mucho fueron las de las enciclopedias, las historias sagradas. Esas vidas que llevaban… había mucha complicación y mucha trama ahí”.
Marta. “En verano aprovecho para leer porque tengo más tiempo. Me gustan mucho los ensayos, las novelas y, sobre todo, los libros sobre distopías”.
Cine. Las películas del Oeste
Algo que han descubierto recientemente Blanca y Marta es que las dos son grandes amantes del cine y, en concreto, de las películas del Oeste. Entre sus planes para después del verano está buscar alguna película del actor preferido de Blanca y verla juntas en el proyector que tiene Marta.
Blanca. “Me gustaban mucho las del Oeste. Pero no las de tiros, ¿eh? Había un actor que se llamaba Alan Ladd, un actor que murió ya hace muchos años, que me gustaba mucho. Hacía siempre de bueno y me gustaban mucho sus películas”.
Marta. “A mí también me gustan las películas del Oeste. Recuerdo una que se llamaba ‘Grupo Salvaje’, de un director que se llamaba Sam Peckinpah, porque años después unos amigos le pusieron a su grupo de música ese nombre”.
Además de esa sesión de cine en casa juntas, Marta le ha propuesto a Blanca otro plan conjunto muy especial. Desde que se casó, Blanca iba a cenar con su marido al mismo restaurante cerca de la plaza Mayor de Madrid para celebrar su aniversario cada mes de mayo. “Nos gustaba mucho aquel sitio, pero desde que falleció Luis no he vuelto”, explica Blanca. Este es uno de los proyectos que tienen para hacer juntas cuando Blanca se recupere y pueda volver a salir de casa: salir a cenar a ese restaurante que tanto le gusta a Blanca.
Si quieres seguir conociendo más sobre la historia de Blanca y Marta, no te pierdas el tercer capítulo de ‘"Un verano con Blanca y Marta".
Mientras tanto, disfruta del verano y recuerda que puedes conocer más sobre cómo cuidar y acompañar a personas mayores durante el verano en ‘Un verano con Dominga’.